Podemos preservar la belleza natural de las flores mediante diferentes técnicas de conservación. La más sencilla y tradicional consiste en secar las flores al aire. En este post te explicamos unas reglas sencillas para preparar flores secas al aire y qué tipo de plantas se conservan mejor con esta técnica.
Como regla general, cualquier planta resistente a sequías (ej. las gramíneas) puede secarse con éxito de forma natural. Sin embargo, hay que tener en cuenta que para que las flores y brotes se conserven bien, tiene que transcurrir el menor tiempo posible desde la recolección hasta el inicio del secado. Así que lo ideal es recolectar las plantas que vamos a secar o comprar flores frescas de temporada en un comercio local, que no hayan sido expuestas a las cadenas de frío.
Secado al aire (colgando las flores hacia abajo):
Este método es idóneo para todo tipo de flores y follaje, ya que todos los componentes se secan de forma homogénea sin deformarse. Es especialmente indicado para aquellas flores de tallos finos, como el limonium, pues al secarse pierden volumen y resistencia. Los tallos gruesos pueden tardar varias semanas en secarse por completo, mientras que los tallos finos pueden secarse en cuestión de días.
Para preparar las flores secas, procederemos a quitar las hojas y espinas de los tallos, conservando las hojas próximas a la cabeza de la flor si nos gusta un aspecto más silvestre. Además quitaremos aquellos pétalos estropeados. Crearemos pequeños racimos que ataremos fuertemente con una cuerda, para evitar que se suelten en el proceso de secado. Los colocaremos en un lugar seco, con buena ventilación, evitando
la exposición a la luz solar directa, para conservar el color de las flores, aunque en la mayoría de los casos el secado conlleva un cambio de color. Es muy importante que los tallos no estén apretados en el extremo inferior para que el aire pueda circular entre ellos. Si hay humedad o no hay suficiente aire entre los tallos, pueden aparecer hongos que estropeen las flores. En caso de contaminación, es común que las flores y hojas que estamos secando adquieran un olor desagradable.
Si no dispones de un espacio adecuado en casa, una opción es colgar las flores mediante perchas en un armario (que podemos dejar ligeramente abierto para que se renueve el aire). En el caso de las rosas, las variedades mini se secan muy bien y conservan sus bellos colores, siempre y cuando iniciemos el proceso de secado cuando estén frescas y poco abiertas. Además, flores con muchos pétalos como las rosas o los claveles deben secarse por separado, de manera que colguemos cada flor de forma individual para asegurarnos de que conservan la forma.
Las ramas de árboles también responden muy bien a este tipo de tratamiento. Un ejemplo muy popular es secar tallos de eucalipto, que tras el secado siguen conservando su aroma característico.
Secado en jarrón:
Algunos tipos de herbáceas como por ejemplo la avena, la cola de conejo o el lino pueden secarse directamente en un jarrón. En general todas aquellas plantas silvestres que podemos encontrar ya secas o semisecas en el campo. Otras plantas que presentan inflorescencias agrupadas en racimos, como las hortensias, es preferible secarlas en jarrón, pero en este caso añadiendo un poquito de agua, para que el proceso sea más lento y gradual. Además es aconsejable renovar el agua de vez en cuando. Podemos añadir una gota de lejía para evitar que proliferen bacterias y hongos que pudran las plantas. Una vez que veamos que las flores palidecen y estén secas al tacto, podemos extraerlas del jarrón y cortar la parte húmeda de los tallos.
Nota
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